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El espacio de Gea

Bartolo

Bartolo

Cada día quiero más a mi Bartolo. Mi gato. Y lo quiero, en gran parte, por lo mucho que él me quiere. Y por cómo necesita demostrármelo.

Y es que mi Bartolo me habla y me entiende, con su lenguaje no verbal tan felino y expresivo. Incluso, y con esa intuición gatuna tan misteriosa y desconcertante, se anticipa a mi pensamiento y reconoce mi estado de ánimo, casi antes que yo. Y sabe cuándo estoy triste y no puede soportarlo. Y a mí me emociona ver cómo varía su actitud o sus hábitos para demostrarme su cariño incondicional cuando estoy así.

 

Hace ya más de un año en que tuve que tomar la terrible decisión de aplicarles la eutanasia a mis otros dos gatos, padre y madre-hermana de mi Bartolo. Sí, constituían una felina e incestuosa familia, un triángulo gatuno que se quería hasta el límite. Fue un trauma que aún hoy no he superado del todo. Pero tuve que volcarme en el pobre Bartolo que se quedó terriblemente solo, huérfano; que se moría de tristeza buscándolos por todos los rincones y que dejó prácticamente de comer hasta el punto de que temí seriamente por su vida.

 

Tiene ya 14 años y no era, quizá, el gato por el que yo sentía más debilidad -aunque adoraba a los tres-, pero a partir de ver su sufrimiento se me clavó en el alma y cada día empecé a quererlo aún más y a estar completamente pendiente de él. Poco a poco, y ante la certeza de lo irreparable, empezó a resignarse y a aceptar la ausencia, como nos ocurre también a los humanos.

 

Y ahora, cuando tengo días tristes, como hoy, parece querer recompensarme. Y no viene a mi regazo -que es su auténtica obsesión- como lo hace siempre; no se abandona indolentemente en él buscando la posición más adecuada para acomodarse y dormitar. No. En mis días tristes, busca compulsivamente mi regazo y permanece expectante, mirándome con arrobo, sí, con auténtico arrobo, con su cabecita ligeramente levantada y clavando en mí esas dos uvas azules que tiene por ojos. Y permanece así, estático, inmóvil, adorándome, sin dejar de mirarme fijamente.. Porque así es como él me “habla” y  me dice: ”Yo también te quiero... y vengo a tu regazo no porque yo lo necesite sino porque sé que hoy lo necesitas tú”.

Y acierta de pleno.

 

Y por eso quiero yo tanto a mi Bartolo. Porque despierta mi ternura, me emociona y sorprende. Porque me analiza, me intuye y me muestra veneración. Porque me quiere tanto -o más- que yo a él.

Lo adoro, sí. ¿Que es sólo un gato? Sí, lo sé. Bueno, ¿y qué?

   

El tema no es que sea demasiado profundo ni interesante; incluso puede interpretarse como ñoño o cursi. Pero es que hoy estoy especialmente sensible y como tal me comporto, escribiendo simplemente sobre mi querido gato. Y es que hay días en que me siento en evidente deuda con él.

 

Gea.

17 comentarios

elfiera -

YA ME SIENTO COMO TU HERMANO, ADEMAS. ¡¡¡¡¡MI GATO TAMBIEN SE LLAMA BARTOLO!!!!!

LAMEJOR -

OLAAAAA COMO MOLA ESTE GATITO EEEE JEJE VUENO AKI TE VOI DEJANDO SI CHAOO LINDO GATITOOOOOOO

ESPARTACO -

Como nunca me visitaste; me he tenido que regresar a mi viejo hogar. (Broma). Cierto he regresado a mi viejo hogar; pero también mantengo los nuevos. Puedes leerme donde te apetezca. Un beso amiga. Te extraño de verdad. E.

El viejo farero. -

No se si será porque soy leo, pero siempre me han gustado más los gatos que los perros. Muchas personas dicen que los perros son más fieles, y seguramente sea cierto, pero yo creo que los gatos son... "más sinceros". Vienen cuando ellos quieren venir, se van cuando no quieren compañía... ¿Qué cosa más se les puede pedir si, encima, te conocen y te quieren como el tuyo?
Precioso texto, aunque esto no es ninguna novedad.
Un beso.
P.D. Un día te pondré una foto de Ramses, mi gato.

Gea -

Sí, Jazmín, sólo se puede entender cuando se han vivido y comprobado esos vínculos afectivos que se pueden crear con los animales de compañía.
Gracias.
Un abrazo.
Gea.

Gea -

Gracias Homero por tus palabras. Acabo de venir de visitarte y de tomar nota de tu nuevo espacio. Nos veremos pues por allí a partir de ahora.

Gracias por informarme.
Un abrazo.
Gea.

jazmin -

Gea, para nada es ñoño tú relato. Pero te diré una cosa; sólo lo entiende quien tiene mascota en casa. Se quieren como si fuera uno más de la familia.
Yo me acuerdo, cuando no tenía perro, de eso hace muchos años porque ya es el segundo que tengo, un compañero de trabajo me dijo que cuando compran un pastel, el perro también tenía su trozo. Yo, me quedé asombrada y no lo entendía e incluso me reía.
Luego lo entendí. Pero hace falta tener un animal de compañía.

También se lo mal que se pasa cuando tienes que sacrificar a una mascota.

Un abrazo.

Homero -

Hola Gea: me ha alegrado reencontrarme con tus letras. Tienes esa elegancia en el estilo y profundidad en el contenido; que hace de tu textos pequeñas joyas de orfebrería fina. No me gustan lo gatos; te confieso, siento que en el fondo no son tan leales como un perro. Ahora que te he leído pienso que nada tiene que ver con el animal, si no la conexión con tengas con èl. Vea a Chesana por estos lados. Hola Chesana. Un beso amiga. H.

Gea -

Chesana:

Me alegra mucho verte, sobre todo porque eso me da una idea de que tu mami ya está recuperada del todo. Eso deseo.
Me pasé por allí en los días en que tú no estabas, precisamente por ese motivo. Te volveré a visitar.

Conozco por foto a tu "Plasty", y es también muy guapo. Y es que todos los gatos son guapos... bueno, todos los animales tienen su encanto.

Y sobre el 24 de Agosto, qué te diré... jajaja... También es el cumpleaños de mi hijo. O sea, una fecha a remarcar... jajaja.
Gracias, Chesana.
Un abrazo.
Gea.

Gea -

Furgo:
jajaja, de endemoniado nada, que es por el "flash". Tiene dos uvas azules por ojos, que ni te cuento.
Sí, el sentimiento que generan los animales es difícil de comprender si no se ha experimentado. A mí cada día me sensibilizan más.

Un abrazo para ti.
Gea.

Chesana -

Disculpa Gea, se me olvidaba: por si no lo sabes, el "santo" de tu gato es el 24 de Agosto (es mi cumpleaños también).

Chesana -

Lo cierto es que no sé muy bien cómo expresar lo que siento después de haberte leído. Yo también tengo un gato; llegó a mi casa "caído del cielo" y eso tiene su explicación que quizás no viene a cuento ahora. Se llama "Plasty" y desde el mismo día que apareció en casa fue "mío"; sé que entenderás ese "mío"... aunque fue él quien me adoptó a mí.

Hacía mucho que no venía por aquí, pero prometo acortar esas distancias.

Abrazo. Fuerte.

Furgo -

Pues en la imagen tiene el bicho una mirada de endemoniado que produce tembleques.
Bromas a un lado, la verdad es que los bichos me encantan.
Yo siempre he sido más de perro que de gato, pero también los he tenido y me gusta picar a los gateros diciendo que un gato es como un perro pero peor diseñado.
Ahora mismo por mi casa rondan cada día dos o tres que ni son míos ni nada, pero se me enrollan que flipas.
Entiendo lo que dices en el texto perfectamente.
Si tuviese que hacer un hit parade de los seres que más he querido hasta ahora, entre los diez primeros saldría Curry, una bouvier de flandes que era la cosa más guapa y noble que he visto en mi vida.
Luego, el verano pasado se me murió un galgo ruso que era lo más gracioso y absurdo del mundo.

Un besillo, colega.

Gea -

Hola, "Un amigo" desconocido... ¿o no tanto?

En cualquier caso, bienvenido y gracias por tu pincelada de humor, además de por tu visita y tus palabras.

Creo que mereces que te confirme que, efectivamente, a mí también me has hecho reír (bueno, sonreír, que tampoco quiero ser tan pelotillera).

Así que para ti pues mi sonrisa.
Gracias.
Gea.

Gea -

Sak:
Sí es muy guapo mi Bartolo, pero sobre todo bueno; es un gato-perro, más que felino.

Bueno, es una garrapata de mi regazo. Pero yo se lo agradezco tanto...

Besos.
Gea.

Un amigo -

¿Se me permite dar una pincelada de broma? Ya sabes... para romper un poco la monotonía.

Primero elogiar tu escrito. Estupendo, como todos. No hubiese querido estar en tu piel a la hora de decidir el destino de tus gatos. Seguro que acertaste.

Y ahora...

Dos amigos se encuentran en la calle.

-Hola Bartolo -dice Paco, con gran júbilo.
-!Hombre, Paco, qué alegría! ¿Cómo vas? -responde Bartolo. Luego, se pone la mano derecha en el mentón y le dice-: "Me gusta que me llamen Bartolo, pero me gusta más, mucho más que me llamen Bartolomé"

Paco quedó algo dubitativo por el comentario de su amigo; lo descolocó unos segundos hasta que le apareció un momento de lucidez y pudo responderle:

-Está bien; desde ahora te llamaré Bartolomé. Pero te diré más: "Tú a mí me llamas Paco, pero me gusta más que me llames Pacomé".

!Vaya tontería que me ha dado por poner! Lo cierto es que por ella me estoy riendo, y si he sacado una sonrisa a alguien, mejor que mejor. Hasta podría entender que no gustara y se me borrara.

Un abracito

Sakkarah -

Me ha emocionado...

Sin palabras, la belleza de tu Bartolo y tu texto.

Un beso enorme.