Tempus fugit
Hay quien dice que el tiempo no existe, aunque sea lo que preside y rige nuestras vidas. Lo cierto es que ese concepto abstracto permite divagar sobre su esencia, incluso desde perspectivas contradictorias. Divaguemos, pues.
De todos es conocido el tópico del Carpe Diem, esa exhortación a vivir y disfrutar del momento. Una necesidad o filosofía comúnmente aceptada por todos. Pero, por mucho que nos acojamos a esa máxima de "sólo hay que vivir el presente", sería de necios pensar que ese presente es autónomo; que surge en solitario, del día a día, como improvisando la vida. Porque el presente es el más efímero de los tres conceptos en que dividimos nuestro tiempo vital. Es tan sólo un paréntesis, herméticamente cerrado por el inmodificable pasado anterior y el inescrutable e incipiente futuro.
El presente queda así suspendido en el abismo, entre dos tiempos poderosos que lo convierten en fugaz, pero en los que necesita sustentarse para adquirir su entidad, su propia razón de ser. Y así, se nos presenta como ese ídolo al que todos pretendidamente adoramos, sin darnos cuenta de su fragilidad. Como un poderoso gigante mitológico, cuyos pies han de apoyarse necesariamente en dos pilares próximos para mantener el equilibrio; para poder mostrarse en su grandiosidad.
Así es el presente: pasado y futuro casi juntos; uno pisándole los talones; el otro, abriéndole las puertas de par en par. Y él en medio, a tiro de piedra entre uno y otro; entre una despedida y una salutación, entre un adiós y un hola, que sólo dejan resquicio para un breve suspiro.
Precisamente por eso hay que vivir el presente, por su levedad, por su propia inconsistencia, por la dificultad en aprehenderlo, por su fugacidad. Porque rápidamente pasa a constituirse en pasado. Y el pasado será ya inmodificable.
Y en cierto modo, nada hay más vinculante y condicionante que el pasado, esa acumulación de efímeros presentes. Porque él nos ha ido moldeando titánicamente, para la bueno y para lo menos bueno; él ha ido determinando una personal manera de ser y de reaccionar ante la vida; él nos ha marcado inexorablemente, incluso para aprender a vivir el presente o vivirlo de una manera determinada. Y a su vez el pasado, para serlo, ha de sustentarse necesariamente en los recuerdos.
Y sí, yo soy de las que reivindico los recuerdos; de ellos vivimos muchas veces, con ellos convivimos en la soledad, en ellos hallamos en ocasiones fuerza para seguir. Y también desconsuelo. En cualquier caso, son el testimonio de todo lo vivido. Recordar es comprobar que permanece inalterable nuestra memoria, que es el mayor exponente de que nos sentimos vivos, además de estarlo.
Sin embargo, en esa gran red de recuerdos que constituye el pasado, no todos tienen el privilegio de poder ser calificados de perennes. Son escasos, selectos, escogidos... Y por su cualidad de perennes, adquieren el rango de indelebles, de inolvidables. Por eso vivirán paralelamente nuestra propia vida, acompañándonos en nuestro presente y proyectándose, inevitablemente, en nuestro futuro. En los recuerdos, en el pasado, será en definitiva donde confluirá todo.
Y hay que vivir el presente, sí, pero sin desdeñar ninguno de los otros dos tiempos que lo definen y acompañan inexorablemente. Porque en realidad son lo mismo; sólo cambia la perspectiva desde la que los vivimos o miramos. Desde el ayer, el presente ya es mañana. Y desde el mañana, el presente ya es ayer.
Y con este retruécano final que me ha salido, dejo de divagar desde... ¡ya mismo!
Gea.
8 comentarios
Alberto -
Solo una cosíta mas...Para asegurarme que lees MOMO :), te dejare una cita extraída del libro.
Un saludo y que la verdad siempre ilumine tu camino.
"El tiempo es vida, y la vida reside en el corazón."
Alberto -
Una recomendación literaria sobre el tiempo....
MOMO de Michael Ende.
Ya puestos y en vista de que te gusta el lenguaje, si puedes lee también la Historia interminable, del mismo autor, no se por que pero cree que seguro que te gustaran.
Un saludo y que la verdad siempre ilumine tu camino.
martina -
Gea -
Creo que todos pecamos un poco de detenernos en nimiedades y dejando que se nos escurra el tiempo.
Y sólo nos paramos a pensarlo cuando tomamos esa conciencia de que se nos está escapando.
Tendremos que enmendarnos.
Un beso.
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Latebroso:
Es cierto todo lo que dices. Nada hay más incierto que el futuro, siempre en el aire, siempre aún por venir.
Y, sin embargo, parece que todas nuestras acciones tengan que ir encaminadas de cara a él. Siempre pensando en el futuro, preparando las cosas para el futuro, garantizando el futuro...
Y, no en pocas ocasiones, ese futuro ni siquiera llega porque se detiene el tiempo, se muere el presente y, con él, cualquier otra posibilidad.
El pasado es ciertamente esa sucesión de presentes acumulados, al que también muchas veces le ponemos filtros para recordar sólo una parte de él.
Y es que ese concepto del tiempo es realmente complejo según desde qué perspectiva se mire.
El poema es precioso, entrañable. Mis felicitaciones.
Un abrazo.
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Furgo:
Suscribo todo lo que has dicho. "El tiempo es una sucesión de aconteceres". Tienes razón, lo demás, el contador cronológico no importa.
Sí, hay que vivir el presente, como bien dices, pero sin crearnos el estrés de que puede ser el último día sino un día más.
Un abrazo.
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Jazmín:
Efectivamente, el pasado es lo que hemos sido, lo que ha contribuido a que seamos como somos ahora. El presente se vive, pero a veces ni somos conscientes que, al día siguiente, ya forma parte de nuestro pasado.
Un abrazo.
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Gracias a todos.
Gea.
jazmin -
Siempre tienes en mente futuros acontecimientos que ya pronosticas.
El pasado, está ahí y dificilmente se puede olvidar porque es el que nos ha hecho a cada uno como somos.
Y el presente lo vivimos en ocasiones con ánimos y otras no tanto.
Un abrazo.
Furgo -
Nunca han faltado los partidarios de: vive cada día como si fuera el último.
Aunque yo creo que eso puede resultar estresante.
Así pues, ante la incerteza, yo lo que defiendo es: vive cada día sin preocuparte de si es el último o no.
El tiempo si lo despojamos del "invento cronométrico" se queda en una simple sucesión de aconteceres. Y el futuro ni existe ahora, ni ha existido nunca. Lo que sí existe es el pensamiento humano. Éste es el que prevé e imagina cosas.
Un besillo.
Latebroso -
El presente hay que mimarlo para tener un buen pasado. De todas formas, la persona tiende a olvidar las cosas desagradables de su vida (o no las quiere recordar); en cambio, rememora con énfasis todo lo bueno, como si quisiera pensar que jamás su pasado fue maldito. Y todos tenemos nuestro lastre...
EVOCANDO AL PASADO
Estíos añorados a la sombra de la parra:
escondrijo, guarida del anciano pensante.
Acordes de amor esparce con su guitarra
y deslizan su mirada viajera, distante.
Nostalgia apasionada que al corazón desgarra
al longevo, enamorado de gran talante.
Recuerdos inmortales de su amante perdido,
eternos, dibujan los sueños de colorido.
Cosecha efusiva de hermosos otoños
este octogenario de mares y océanos
mima, adora su legado: sus dos retoños;
como sus impávidos dedos a nobles pianos,
como el río Manzanares a los madroños;
y abriendo al mundo su corazón y sus manos
grita al cielo, proclama a los cuatro vientos
la añoranza a su amor y sus sentimientos.
Saludos, respetable.
Sakkarah -
Quizá es la duración de lo conocido, y eso se nos escurre de las manos de la manera más tonta. Reparamos en nimiedades, y dejamos de vivir lo realmente importante.
Un beso, Gea.