Partida
Tu adiós partió mi vida en dos mitades
y en una de ellas sigues habitando,
y sin saber por qué, cómo ni cuándo,
te haces el dueño de mis soledades.
Me aplicas la mayor de las crueldades
mostrando que ahí estás, pero no estando,
mientras mi otra mitad, agonizando,
arde en la hoguera de tus vanidades.
Duelo sin fin, mitades frente a frente...
tan sólo tú arbitrando la jugada
con riguroso afán, indiferente.
Y sé que vivo así, diseccionada;
en una parte tú, siempre presente,
y en la otra, sin ti, no existe nada.
Gea.